Orquestas Sinfónicas Juveniles de Medellín

Red de Escuelas y Bandas de Música de Medellín., Colombia.

"Donde hay música, no puede haber cosa mala..."

Desde hace siete meses, Nicole Bucher, violista suiza de 31 años, da clases a los alumnos más avanzados de la Red de Escuelas y Bandas de Música de Medellín.

Este proyecto destinado a niños de barrios populares ha contribuido en los tres últimos lustros (junto con otras iniciativas) a reducir en un 10% las muertes violentas en esta ciudad colombiana.

En la década de los 90, la 'Ciudad de la eterna primavera', apelativo que Medellín debe a la Feria de las Flores que celebra desde 1957, pasó a ser considerada como la urbe más violenta del mundo. La prensa colombiana llegó incluso a calificarla de 'capital del odio'. Razones no le faltaban.

Según cifras oficiales, solamente en 1991 se contabilizaron 6.500 homicidios, unos 381 por cada 100.000 habitantes. Y la mayoría de las víctimas aún no había cumplido los treinta años.

Carentes de perspectivas de futuro, muchos jóvenes de los barrios periféricos caían en las redes de la mafia, se incorporaban a bandas criminales, convirtiéndose así en traficantes, ladrones, asesinos... En medio de tanta violencia no era inhabitual que una criatura de apenas siete años ya supiera empuñar un arma. Una situación espeluznante...

Sembrar paz
En ese contexto, Juan Guillermo Ocampo, artífice y director de la Fundación Musical Amadeus, ideó un proyecto que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) ha declarado como 'La Nueva Imagen de Medellín ante el Mundo' (1999): la Red de Escuelas y Bandas de Música de Medellín.

El programa de educación musical para niños de escasos recursos económicos, que creó en 1996 este músico y emprendedor social, pretendía sacarlos de la espiral de violencia y muerte, sembrar un poco de paz en sus vidas, en sus familias y en sus barrios.

"Ese es aún hoy el objetivo principal de todo el programa y también de la Red de Escuelas: ofrecer a los niños y jóvenes un futuro mejor y darles un sentido en la vida a través del instrumento que tocan", afirma Nicole Bucher.

Esta violista suiza lleva siete meses trabajando como voluntaria en este proyecto que financia la Alcaldía de Medellín y que instrumentan dos instituciones. "Antes, todo el programa era de la Fundación Amadeus. En este momento la Red de Escuelas es de la Universidad de Antioquia y los mejores alumnos tocan en el programa de orquestas de la Fundación Amadeus", explica.

De Medellín al mundo
El proyecto, que se propone fomentar la convivencia ciudadana y fortalecer los valores sociales, está dirigido a jóvenes de entre 7 y 16 años que quieran aprender a tocar un instrumento. La formación es gratuita y para ingresar en una de las 26 escuelas que existen hoy (en los próximos años se prevé crear tres más) no se necesita tener talento musical, porque la Red no es un programa cultural, sino social.

Sin embargo, "los alumnos que realmente están interesados y se ponen las pilas pasan al programa de orquestas de la Fundación Amadeus y tocan obras sinfónicas de muy alto nivel. Mis alumnos son los que están en el programa de orquestas. Tengo a los mejores alumnos de la Red", señala orgullosa, Nicole Bucher.

La Orquesta Sinfónica Infantil y Juvenil de Medellín, formada por 170 intérpretes y conocida fuera de las fronteras colombianas, ha actuado en Madrid, París, Londres, Roma o la Ciudad del Vaticano, entre otras urbes, y ha tenido como ilustres espectadores al difunto Papa Juan Pablo II y a la Reina Sofía de España. Los músicos antioqueños también han sido los protagonistas de tres ediciones de 'El Conciertazo', espacio de música clásica destinado al público infantil que emite Televisión Española (TVE).

Una profesión, un futuro
Este proyecto que la Alcaldía de Medellín apoyó desde sus inicios y que, en 1998, adoptó como propio, ha logrado transformar la vida de cerca de 5.000 niños y jóvenes, sus familias y comunidades. Aunque su objetivo no es formar a músicos, para muchos jóvenes la música se ha convertido en un medio de vida, en una profesión.

Unos 80 antiguos alumnos de la Red cursan hoy una carrera de Música en la Universidad de Antioquia, integran la Orquesta Filarmónica de Medellín o han conseguido una beca para proseguir su formación en el extranjero y luego regresar a su ciudad natal como docentes o directores.

Los 35 violistas a los que Nicole da clases – individuales o de dos alumnos – tienen entre 14 y 20 años. "Algunos llegan a ser profesores de la misma Fundación (Amadeus), de la misma Red de Escuelas de Música. Yo tengo alumnos que apoyan económicamente a sus familias con el dinero que ganan dando clases".

"Mucha gente en esos barrios (pobres) no tiene la oportunidad de estudiar. Entonces es realmente bueno y bonito que los alumnos puedan ser profesores, tengan una profesión (...), su propio sueldo y aporten su apoyo económico a la casa".

La gran diferencia... la motivación
Nacida hace 31 años en Lucerna, en cuyo Conservatorio obtuvo el título de profesora de viola, Nicole Bucher está feliz en Medellín. Por primera vez en su vida, se dedica única y exclusivamente a la enseñanza de la viola. Y es que en Suiza no hay muchos alumnos que eligen este instrumento de cuatro cuerdas (do, sol, re, la) y de tamaño algo mayor que el violín cuyos orígenes se remontan al siglo XVI.

Además, los colombianos son unos discípulos más agradecidos que los helvéticos. "En Suiza, los niños y jóvenes muchas veces tocan un instrumento porque forma parte de la educación, porque quieren los papás... Tienen muchos 'hobbies' más: un día van a la clase de violín, otro día al ballet, otro día al tenis... Entonces no tienen mucho tiempo para ensayar en la casa y tampoco les interesa mucho. Claro, que siempre hay excepciones", acota.

"Acá es otra cosa, porque estos alumnos sí tienen una motivación, saben mucho del instrumento, conocen muy bien la literatura... Simplemente es otro interés". Quizás por ello están encantados con su nueva profesora a la que profesan un gran afecto. "Son 'superalegres' y me tratan 'superbien': 'Ay, profe, usted es un regalo del cielo'... Son superlindos estos alumnos. Como te digo, es otra motivación; esa es la diferencia principal".

Empuñar un instrumento en lugar de un arma
Los beneficios de la música son múltiples y así lo corroboran numerosos estudios. Además de estimular la capacidad de concentración, el aprendizaje, la formación personal y las relaciones de grupo, "dedicarse a un instrumento y estudiarlo todos los días también es un ejercicio de disciplina que no sólo sirve para la música, sino para muchas cosas más en la vida", concluye Nicole Bucher.

"No sólo se trata de la música, sino de la disciplina, de la experiencia social en las orquestas, de compartir, de hacer amigos... Los amigos son de la Red y de la Fundación, son buenos amigos. Y se dice que un niño que toca un instrumento, no toca un arma. Y creo que eso es muy cierto...".

Ya lo decía Cervantes en 'El Quijote'. Las palabras que el gran novelista puso en boca de Sancho son una verdad como un templo: "Donde hay música, no puede haber cosa mala..."



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